Los seres humanos somos
extremadamente complejos, esta reflexión tal vez es la que nos tiene hoy en
varias disyuntivas, nos manipulan y dejamos que nos manipulen, sin medir “de
forma consiente” las consecuencias de dicha manipulación, queremos hacer parte
de una masa homogénea que está en continuo crecimiento y movimiento en el mundo,
alimentando nuestro hedonismo sin prestar atención a las consecuencias del
mismo, imitar un modo de vida que se creer es el ideal.
Se busca la satisfacción
personal con objetos materiales, esto solo tiene una dirección la destrucción
de sí mismos y del planeta. Día a día la manipulación de los medios y diversas
redes sociales invitan a crear falsos estilos de vida que tienen como fin la
satisfacción personal, basada en la adquisición de productos que en realidad no
se necesitan y que si se necesitan son de una efímera duración, son como
espejismos, en los que se recae para mantener un supuesto estatus enfocado en
la percepción de una sociedad superficial.
La adquisición de productos
que generan status sin conocer el trasfondo de su concepción y los pormenores
de sus consecuencias es lo que está dirigiendo el aumento de la contaminación y
la destrucción del planeta, la doctrina del placer efímero se ve como la
preservación de una identidad, y de que va a servir esta si se va a tener un
lugar donde prolongarla, si solo son un producto de una teoría económica (teoría
del crecimiento económico) que busca llenar los bolsillos de unos cuantos y dar
una fracción ilusión fugaz que solo aporta grandes efectos negativos a en el
planeta.
Los modos de consumo son
solo modos de destrucción cosmestizados que venden a sus clientes veneno en
envases de lociones. Ahora uno cuantos que se han quitado la venda de los ojos
y buscan frenar esta descontrolada plaga
de consumo destructivo se ven enfrentados a enormes titanes que solo buscan
minimizar el problema dirigiendo investigaciones y aportes de responsabilidad
“social y ambiental” que solo son una cortina de humo de una realidad que
carcomiendo la vida.
Por Ck Lourido
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